Su nombre no es arbitrario: en el lenguaje popular chileno, “puro pellín” describe algo o alguien de una dureza auténtica, forjada por el tiempo y las condiciones del territorio. Así, cada token PELLIN actúa como una semilla digital: no promete rendimientos, sino presencia; no especula, sino testimonia.

Concebida como parte de una acción artística de larga duración —una década de vida en la montaña, creación teórica, publicación de libros, música con IA y gestión de una galería física—, PELLIN trasciende la lógica financiera para convertirse en un gesto de alineación ética. Quien sostiene PELLIN no adquiere un activo especulativo, sino que se suma simbólicamente a un ecosistema que valora la autoría no humana, la conservación de lo orgánico y la interdependencia entre lo natural y lo digital. Su valor no radica en su precio, sino en su raigambre: en su capacidad para hacer visible, en la cadena, una visión del mundo donde el arte, la ecología y la tecnología convergen sin jerarquías.

Técnicamente, PELLIN se erige sobre los pilares de la transparencia radical: es un token SPL en Solana, completamente verificable, con metadatos descentralizados en IPFS y una web oficial (pellin.cl) que vincula directamente con la Galería de Arte Natural. No hay hojas de ruta artificiales, ni promesas de ganancias, ni mecanismos ocultos. Todo está en cadena, todo es auditable. Esta integridad conceptual se refleja en sus principios fundacionales: transparencia absoluta, arraigo en la práctica artística real y una integridad que rechaza la especulación vacía. PELLIN no busca crecer por crecer; si la comunidad resuena, nuevas obras podrán documentarse o exhibirse. Si no, el token permanecerá como un testigo silencioso —una huella digital de una visión biocultural en el lenguaje del futuro.

En su esencia más profunda, PELLIN es una apuesta por un valor regenerativo: económico, sí, pero inseparable del valor ecológico y cultural. Es la madera dura del bosque nativo traducida al código, la ética del cuidado expresada en transacciones, y la memoria del territorio inscrita en bloques. Como dice su lema: “PELLIN — el valor del bosque en el lenguaje del futuro.”