Vigilante #33
Arte Humano intervenido por la Naturaleza
- Autoría
- Tablón humano (estructura de puente) re-significado; grietas y erosión natural
- Origen
- Puente interior, Parque Vizcachas · Rari Profundo, Chile
- Dimensiones
- ≈ 90 x 25 cm
- Material
- Madera envejecida, cadenas oxidadas, elementos de fierro recogidos
- Colección
- Serie "Vigilantes" · Galería de Arte Natural · Rari–Panimávida
Punta de tablón de puente, suspendida en el aire por cadenas oxidadas. La pieza presenta grietas profundas, fracturas y accidentes que testimonian su larga historia de uso y desgaste. Intervenciones mínimas abren cavidades circulares que configuran un rostro humanoide: ojos, nariz y boca emergen en una máscara tosca, poderosa y austera.
El tablón se convierte en un rostro vigilante, un centinela que observa el entorno. Su expresividad no proviene de un tallado virtuoso, sino de la dignidad de la materia misma: la madera desgarrada, el óxido de los metales, el peso de los años. La intervención humana, mínima, no busca protagonismo, sino dar relieve a lo que la naturaleza y el tiempo ya habían inscrito. La obra encarna la idea de que lo desechado aún contiene memoria y potencia estética.
Esta escultura es un homenaje a la materialidad que se niega a morir. El tablón, antes útil en un puente, ahora deviene tótem de resistencia. La grieta es cicatriz, la oxidación es pigmento, el accidente es forma. En su fragilidad, la obra se afirma como símbolo de persistencia y vigilancia. Es también un testimonio del arte post-apocalíptico: creado con desechos, sin gasto energético excesivo, con gesto humano humilde, en coautoría con la erosión del tiempo.
- Autoría compartida: humano como iniciador, naturaleza y tiempo como coautores.
- Arte Povera: materiales pobres, reciclados, sin virtuosismo ornamental.
- Estética post-apocalíptica: obra nacida del desecho, mínima intervención, energía cero.
- Totemismo vigilante: pieza que se presenta como rostro protector y centinela.
- Entropía fértil: grietas, óxido y desgaste se transforman en lenguaje estético.
Este Vigilante de Vizcachas encarna la dimensión ética y estética del Biocentrismo: la renuncia al ego humano y la aceptación de que la belleza surge del diálogo con la materia y con el tiempo. No es un rostro tallado, sino revelado; no es obra de virtuosismo, sino de humildad curatorial. El espectador se encuentra con una máscara de la era post-apocalíptica: austera, digna y protectora.