Los Vigilantes
Arte Humano (en coautoría ambiental)
- Autoría
- Artista-curador con materiales recuperados del entorno (madera y metal)
- Origen
- Galería de Arte Natural, Rari–Panimávida (instalación de sitio específico)
- Dimensiones
- Friso escultórico longitudinal, escala ambiental
- Material
- Travesaños y tablones de madera, herrajes y piezas metálicas oxidadas, cuerdas y anclajes
- Colección
- Serie “Centinelas del Bosque”
Conjunto de tablones suspendidos y anclados en una estructura mínima. Cada pieza porta un “rostro” sugerido por nudos, perforaciones y herrajes re-usados; los metales incrustados exhiben pátinas de óxido y salpicaduras que el clima intensifica con el tiempo. Una línea flexible superior reúne a los elementos en una coreografía común, como si una cuerda de viento los mantuviera en vigilia frente al claro del bosque.
La obra opera como un friso totémico: rostros humanoides alineados, guardianes de una frontera simbólica entre bosque y claro. Su lenguaje formal es deliberadamente austero (Arte Povera): maderas recuperadas y herrajes encontrados, donde la economía de medios abre paso a una alta densidad poética. El tiempo atmosférico termina de “pintar” la obra: humedad, óxido y veladuras vegetales reescriben la superficie y desplazan la pieza hacia el Land Art.
Esta instalación articula un gesto doble: rescate y cuidado. El artista recoge chatarra y restos del trabajo humano, retirándolos del ciclo del desecho para convertirlos en presencia protectora; al mismo tiempo, el ambiente actúa como coautor que pátina, erosiona y unifica. Los centinelas miran al horizonte como guardianes del ecosistema, recordando que la defensa del bosque comienza por limpiar sus bordes y releer sus residuos como materia de sentido.
- Coautoría ecosistémica: el artista compone; clima y biota terminan la obra.
- Entropía fértil: óxido y humedad no degradan, sino que enriquecen la superficie.
- Ética del reciclaje: lo residual se transforma en valor estético y cuidado ambiental.
- Totémico-relacional: cada “rostro” vale por sí mismo y en el coro vigilante del conjunto.
- Inscripción territorial: pieza inseparable del lugar; la lectura depende del paisaje circundante.
Centinelas del Bosque propone una estética de la reparación: del descarte a la vigilia. El minimalismo material del Arte Povera y la deriva del Land Art convergen en una dimensión biocéntrica donde la obra no se clausura: continúa escribiéndose con cada niebla y cada estación. No representa el cuidado; lo ejecuta, convocando a mirar, limpiar y defender el territorio que la sostiene.