Jacques Derrida1 fue un filósofo francés que nació el 15 de julio de 1930 en Argelia y falleció el 8 de octubre de 2004 en Francia. Es reconocido como uno de los pensadores más influyentes del siglo XX y se le atribuye el desarrollo de una corriente filosófica conocida como deconstrucción.
La deconstrucción es una aproximación filosófica y crítica que empleó para analizar y cuestionar la naturaleza del lenguaje, la estructura del pensamiento y las jerarquías en el discurso. Según él, toda forma de lenguaje y pensamiento está basada en una serie de oposiciones binarias, como blanco/negro, masculino/femenino, presencia/ausencia, etc. Estas oposiciones crean jerarquías y privilegian un término sobre el otro.
La deconstrucción busca desestabilizar estas oposiciones binarias y las estructuras jerárquicas que se derivan de ellas. Derrida argumentaba que ningún término puede tener un significado fijo y unívoco, ya que su significado siempre depende de su relación con otros términos en un sistema lingüístico más amplio. Además, sostenía que el lenguaje está lleno de contradicciones y aporías, lo que impide una interpretación definitiva y cerrada.
En su obra más conocida, "La escritura y la diferencia" (1967)2, Derrida analiza cómo el lenguaje y la escritura han sido subordinados a la oralidad y la presencia en la tradición filosófica occidental. Según él, el lenguaje escrito ha sido desvalorizado por considerarse una copia o representación de la presencia inmediata del habla. Derrida argumenta que esta jerarquía es arbitraria y que la escritura no es simplemente una representación de la voz, sino que tiene su propia autonomía y complejidad.
Otro concepto importante en la obra de Derrida es el de "différance". Esta palabra, creada por Derrida a partir de la palabra francesa "différer" (diferir) y "déférance" (deferencia), juega con la ambigüedad del lenguaje y sugiere que el significado de un término siempre se difiere y se pospone, ya que está en constante relación con otros términos. La "différance" implica que no hay una presencia plena y definitiva del significado, sino que este está siempre en proceso de construcción y reinterpretación.
La filosofía de Derrida ha tenido un impacto significativo en diversos campos, incluyendo la teoría literaria, los estudios culturales, la antropología, la sociología y la crítica política. Sus ideas han sido objeto de numerosas críticas y debates, pero su influencia en el pensamiento contemporáneo es innegable. Derrida fue una figura controvertida y su trabajo continúa generando discusiones sobre la naturaleza del lenguaje, la interpretación y la estructura del poder en la sociedad.
A Derrida lo trajimos a colación a propósito de la crítica posible al antropocentrismo de Kant, siendo este tema – según nosotros - uno de los elementos que se encuentran a la base de la mantención de un concepto restringido de Arte, y consecuentemente, al cuestionamiento de la posibilidad de aceptación del Arte Natural, tal y como lo hemos planteado en nuestra propuesta de Arte Natural que hemos sostenido en el proyecto de Galería.3 Esta crítica de Derrida la planteamos en los términos siguientes:
“En su obra "El animal que luego estoy si(gui)endo (2006)"4, cuestiona la visión kantiana que establece una dicotomía entre el ser humano y los animales, y argumenta que esta dicotomía no es sostenible desde una perspectiva ética y política. Derrida sostiene que la filosofía occidental ha tendido a establecer una jerarquía ontológica que otorga al ser humano una posición privilegiada en relación con otras formas de vida, y que esta jerarquía ha sido utilizada para justificar la explotación y el maltrato de los animales y del medio ambiente. En su crítica a Kant y a otros filósofos antropocéntricos, Derrida defiende la necesidad de una ética más inclusiva y que tenga en cuenta la interdependencia de todas las formas de vida.”5
A ello podemos agregar con algo más de detalle que la crítica de Derrida al antropocentrismo - no solo en Kant sino en la historia de la filosofía en general - es un aspecto central de su obra. Argumenta que la tradición filosófica occidental ha colocado al ser humano en el centro de su pensamiento, otorgándole un estatus privilegiado y considerándolo como medida y fundamento de todas las cosas. Esta perspectiva antropocéntrica ha llevado a la subvaloración o incluso al olvido de otras formas de vida y de la relación entre los seres humanos y el entorno natural.
Derrida desafía este enfoque antropocéntrico al cuestionar la idea de que el ser humano es la medida absoluta y central de toda realidad. Argumenta que esta posición implica una forma de dominación y exclusión, ya que reduce a los demás seres vivos y entidades a meros objetos de estudio o recursos para el beneficio humano.
En su obra, Derrida propone una visión más igualitaria y ética en la que se reconozca la interconexión y la interdependencia de todos los seres vivos y se revaloren las perspectivas no humanas. En lugar de situar al ser humano como el centro y medida de todo, sugiere que debemos abrirnos a otras formas de existencia y considerar la multiplicidad de voces y puntos de vista en el mundo.
Esta crítica derridiana al antropocentrismo tiene implicaciones tanto en la ética como en la política y la ecología. Nos invita a repensar nuestras relaciones con los demás seres vivos y a reconocer la importancia de una perspectiva más inclusiva y respetuosa con la diversidad del mundo natural.
Es importante destacar que esta crítica no implica evidentemente una negación completa del ser humano o su exclusión del pensamiento filosófico, sino más bien una invitación a repensar nuestras concepciones antropocéntricas y a considerar la interconexión de todos los seres vivos en la reflexión filosófica y en nuestras prácticas éticas y políticas, lo que permite pensar el ideas como el Arte Natural.
Al respecto, señalamos igualmente6 que “Jacques Derrida, se interesó por la relación entre el lenguaje y la naturaleza, y en su obra exploró la idea de que los seres vivos, incluyendo los vegetales, son capaces de comunicarse y crear significados a través de procesos que van más allá del lenguaje humano. Desde esta perspectiva, Derrida podría haber considerado la posibilidad de que los vegetales puedan crear formas artísticas y expresarse a través de ellas, aunque no utilicen el lenguaje humano. En su obra "La voz y el fenómeno"7, Derrida desarrolla la idea de que la voz no se limita al lenguaje humano, sino que puede estar presente en todo tipo de manifestaciones sonoras, incluyendo las producidas por los seres vivos. Además, Derrida valoraba la diversidad y la multiplicidad en la naturaleza, y cuestionaba la idea de que el ser humano es el único creador de cultura y de significado. Desde esta perspectiva, la creación artística natural, como la que podría ser creada por los vegetales, podría ser vista como una manifestación de la diversidad y la creatividad del mundo natural, y como una forma de desafiar la idea de que el ser humano es el único agente creativo en el mundo. En su obra "La escritura y la diferencia"8, Derrida también desarrolla la idea de que el significado no está determinado por la intención del autor o del creador, sino que surge en la relación entre el texto o la obra y el lector o espectador. Desde esta perspectiva, podría haber argumentado que el significado de una obra de arte creada por los vegetales no está determinado por la intención de los vegetales, sino que surge en la relación entre la obra y el observador humano.”
En este sentido, la idea de Derrida de que el ser humano no es el único agente creativo en el mundo se apoya en su énfasis en la interconexión y la multiplicidad de voces en el universo. Argumenta que el ser humano no es el único ser capaz de producir significados y de ser creativo. Según él, todas las entidades, sean humanas o no humanas, poseen una capacidad inherente de producción de sentido. Esta perspectiva desafía la noción tradicional de que solo los seres humanos tienen la capacidad de dar forma al mundo y generar significado. En su visión, la creatividad y la producción de sentido no se limitan al ser humano, sino que están presentes en todas las formas de vida y en la interacción entre los seres vivos y su entorno. Derrida enfatiza que las voces de los no humanos, como los animales, las plantas o incluso los objetos inanimados, también deben ser tenidas en cuenta y valoradas en nuestras reflexiones filosóficas y en nuestra comprensión de la realidad.
Esta perspectiva desestabiliza la jerarquía tradicional que sitúa al ser humano en la cúspide de la creación y propone una visión más inclusiva y horizontal, donde se reconoce la multiplicidad de agentes creativos en el mundo. Para Derrida, todas las voces y todas las entidades son importantes y contribuyen a la formación de significado y a la construcción del mundo en el que vivimos. Y tiene, por cierto, implicaciones ontológicas al cuestionar las jerarquías tradicionales y promover una visión más inclusiva y respetuosa con la multiplicidad de agentes creativos en el universo.
NOTAS Y REFERENCIAS
2 Derrida, J. (1971). La escritura y la diferencia. Ediciones Siglo XXI.
3 Al respecto refiérase a lo planteado en: https://galeriadeartenatural.cl/index.php/gan/el-arte-natural
4 Derrida, Jacques. El animal que luego estoy si(gui)endo. Editorial Trotta, S.A., 2008.
https://www.google.cl/books/edition/El_animal_que_luego_estoy_si_gui_endo/6zaQPgAACAAJ?hl=es
5 Ver artículo: https://galeriadeartenatural.cl/index.php/gan/hacia-la-ampliacion-de-un-concepto-historico-de-arte
6 Op Cit. (Ver notas al final del artículo).
7 Derrida, J. (1971). La voz y el fenómeno. Ediciones Siglo XXI.
8 Derrida, J. (2003). La escritura y la diferencia. Anthropos Editorial.
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